Te hago el amor
mientras Omar marca el ritmo
de la respiración –acelerada-
con su cuerpo
sobre el mío,
mi lengua se enrosca entre tus dientes
más blancos
porque tu piel
más habana
la gente -la tanta-
se agita y excita
indiferente
al jolgorio
que me pasa
Omar me felicita
al oído
el giro entero
y el suave movimiento
de mi cadera
Te hago el amor
detrás del mostrador
Tocás la campana
Del Happy Hour
A las siete de la tarde
Omar me aplaude
¡tanta transpiración!
Y me despego
pegajosa
radiante
feliz
de haberte hecho
Los de allá
tienen el olor a pasto recién cortado, recién crecido,
la maña para volver al pez
pescado
tienen la humedad de lo recién llovido y embarrado,
tienen lo que no hay
en el cemento
en el lunes siempre detrás del domingo
tienen lo que le falta a la rutina monogámica del trabajo
tienen la soledad
acompañada
tienen las tres de la tarde en la cama,
tienen la hora de
que sea cuando sea o después
tienen el respeto que merece el silencio,
la reverencia que desprende la luna colgada
tienen el cuerpo de yerba y la lengua apuntoy amarga tienen una canción que tararean
un silbido bajito mientras caminan
un paso tras paso, corto el tranco
tienen las medidas bien tomadas
del vaso de vino
tienen
no este ladotienenmenos acá
y eso me sobra
Irse (un poco más)
ILa eternidadse fugaen papelesde plumas
IIEl mar hacer burbujasescribeespumaSe va
III
Las sombrasde las casasarañanel río indiferenteIV
Ahueco el vacío
me meto
me hundo
blanca
violácea
Vacío el hueco
afuera: brazos, pies, ojos, uñas
El hueco vacío
sólo
yo
sin mis
Inventé una mentira
(no se lo dije a nadie)
que mató otra mentira
que se había autonombrado
inmortal
la mentira segunda
la mentira asesina
murió
matada
por una mentira
menos mentira
siempre a destiempo
siempre a deshora
destierra verdades
entierra a las otras
HOMICIDA REALIDAD
¿desafectada en proceso de desafectación?
Ninguna es causa o consecuencia en términos absolutos de la otra, más bien mantienen relaciones relativas y sobre todo relajadas.
Son altamente orgullosas y discuten largamente para ver quién de ellas es la encargada de abrir el telón en el próximo espectáculo. Y ante un público expectante de actrices y numeritos tragicómicos, sale una (la que logró tirarle más veces del pelo a la otra) con un trajecito gris entallado a la cintura. Y después sale la de la batalla perdida, arreglándose el vestido negro de raso hasta las rodillas y acomodándose las hebillas que le sujetan el flequillo.
No se distinguen bien los timbres de sus voces cuando se gritan desde el living al balcón. Y sus lamentos y enojos y sus “te vas” y sus “me fuiste” se vuelven huérfanos o niñitos de ojos llorosos viendo cómo sus padres pelean por la tenencia judicial. Y “no hay convenios, señor juez”. “Me los llevo, me los llevo”. “Yo, me los quedo”.
Cuando se acuestan en la cama, las dos se acurrucan contra los bordes y se dan, siempre, la espalda. Nunca un “dulces sueños” ni un “hasta mañana”; las dos tienen un vaso con agua sobre la mesita de luz y en noches que lo ameritan, una o la otra, cambian el agua por el Chivas que tienen escondido debajo de la almohada. Se duermen, habitualmente, minutos después de que apoyan sus cuerpos pequeños y trigueños en el colchón. En la madrugada ésta y aquella patean el aire, tiran para acá y para allá de las frazadas, soplan palabras inentendibles entre ronquidos con ritmo de ronroneos. Van poquito a poco, acercándose hasta encontrarse en el medio de la cama. Y sorprendentemente, se imantan y se encastran, una en la otra, aquella en ésta. Y las siluetas diminutas y delgadas son piezas de un rompecabezas terminado. Y toman el perfil de una orilla moldeada por la arena y el agua.
¿Es ésta indispensable para la supervivencia de aquella? Para nada. ¿Es una imprescindible para la otra? No, de ninguna forma. Sin embargo se necesitan mutuamente para una mejor circulación, para una equilibrada respiración. Porque cuando aquella dice enfurecida “Adiós”, ésta replica entre sollozos “Me estás echando. Una vez más”. Y tras su ausencia, comienza el círculo vicioso porque “volvé, por favor” y “ahora, ni loca” y “te lo suplico” y “no hay manera” transforman y transvisten a Desafectada en Desafectación [y viceversa hasta el cansancio]
Despadraste
Parí eternidad en los labiosimpalpable¡parí parí parí!pero había un padrehabía hubo hubistedespadraste
Amalgamadas
Vestía elegante la gama aquella que no era dama ni beta, que no era alfarera ni psiquiatra. El vestido de gasa azul petróleo le enmarcaba las curvas redondeadas y resaltaba su cintura estrecha. Perlas fucsias alrededor del cuello largo; y en las orejas dos argollas blancas. La gama engasada blande su galantería gamuzada por las mesas del salón.
Sólo yo
que no soy dama ni beta ni alfarera ni psiquiatra
la veo
garza estirando la cabeza, sacando pecho
revoleando bastón y galera
Sólo yo la veo
Greta Garbo en ella
La gama sabe:sólo yo la veo.Amalgamasen espejo
Ayender el presentismo
De vos inicio a mí primera me quedoayéndotete dejoayendiéndonos los dospor separadocursillo de primavera: aprender a ayender en sólo tres semanasqué sencillo sería volverdesayendidosal futuroy encontrarnospresenteándonos
Diario
Día 1. Nació inesperadamente. Nada ni nadie supo advertirme que estaba engendrándose dentro mío. Tiempo de gestación: desconocido. Un dolor no experimentado anteriormente me anunció su llegada a mi mundo. La toqué, rozándola despacio, la palpé. Con las yemas de los dedos fui descubriendo su forma, dibujando el contorno de su cuerpo arrugado. Todavía no la quiero.Día 2. Me duele el vínculo que tenemos. Me lastima el cordón umbilical que no quiere que cortemos. Está más grande y no me deja dormir por las noches. No, no la quiero creo. Día 3. No se deja ver bien pero algo blanco apareció en su cabeza. No sé qué es. No quiero saber qué es. Me hace gritar y llorar porque me desespera su existencia. Me alteran sus ganas de depender de mí. Nació sólo para hacerme doler y molestarme. Porque es así: no me deja comer, no me deja dormir, no me deja hablar. Cada vez que intento llevar a cabo alguna actividad, me recuerda que allí está ella. Que la tenga en cuenta, que perciba su aguijón punzante. Quiero que sepa que no la quiero.Día 4. Creo que entendió los indicios que fui dándole. Hoy amanecí sintiendo que pude descansar bien. Por la mañana no se preocupó en hacerse notar y casi casi que logré olvidarme de ella. pero ahí nomás cuando me senté a desayunar, apareció. Sin hablar, porque no puede, se las rebusca muy bien para decirme: ¿Qué tal?,¡ he vuelto! Por si me extrañas. Me imagino su voz aguda e irónica. Hoy la vi, el blanco de su cabeza aún está ahí. No puedo distinguir qué es. Pero ella está más chiquita. Día 5. Hoy no molestó hasta la tarde. Más o menos a la hora de la merienda recién se molestó en aparecer. Su cuerpo rugoso es cada vez más diminuto. Siento que se dio cuenta que la quiero menos que poco. No estoy preparada, es así. Que lo sepa. La verdad es esa, ella no se quiso dar cuenta antes. No tengo la culpa. No sabía de su nacimiento. Día 6. No quiero asesinarla, pero creo que está matándose sola. El cordón se está cortando y no tiene cómo alimentarse. Ella era por mí. La pobre se avivó: yo no era por ella. Es más, yo era mucho mejor sin ella. Ya casi no tiene cuerpo ni blanco en la cabeza. Día 7. ¡Qué bien que duermo hace dos noches! Creo que le quedan pocas horas de vida. Debería despedirla. No, quizás no. Si no me ancariñé, ¿para qué voy a montar un circo frente a su ida? Que se vuelva nomás a la nada. Esto jamás debería haber sucedido. No debería haber nacido. No en mí. No estoy preparada. Sí, estoy lista para que muera y se vaya.Día 8. Ay es una tranquilidad constante. Respiro, como y duermo sin su presencia perturbadora. Ya no hay cordones que me aten a ella ni dolores. No la quería. Fue la mejor decisión que pudo haber tomado. Cuando llegás a un lugar y no te reciben con agrado; después de algunos intentos, date la vuelta y andáte.Día 9. Como suele suceder cuando algo se pierde, cuando alguien se aleja de uno, la extraño. Bueno, no sé si es la palabra exacta pero la pienso. Basntantes veces al día, la pienso. Rondan mi cabeza: su cuerpo arrugado, su endeble contorno, su blanco en la cabeza, sus acechos molestos. Día 10. No la quería cerca mío, no la quería en mí, no quería el cordón vincular. No la pretendo otra vez a mi alrededor; pero hay algo de ella que se quedó. Su imagen, el cariño que me tenía, su terca insinuación.
Monocromático
Intentaban mirarse entre la polvareda de tiempo, anaranjada, que se levantaba entre lo dos.
Aghhhhhhhh, aghhhhhh. Policordes gritos y alaridos.
Aghh, aghhhhh. El viento arremolinaba la tierra y su boca era el ojo del huracán, el centro de tormenta. Sus labios cedieron ante el imprevisto vendaval. Aghhh. Aghhhh
Sequedad de color en la garganta. Oscuridad naranja en las retinas
Tragó polvo de tiempo. A las córneas se adhirió polvo de tiempo.
El vendaval acabó, cesó el viento, el huracán y la tormenta terminaron.
Lengua, dientes, glotis, paladar, faringe, laringe naranjas.
El pasto es naranja, el río también. Naranjas las bananas, los jazmines, el chocolate.
Ella es anaranjada
El vendaval acabó, cesó el viento, el huracán y la tormenta terminaron.
Él ya no está esperándola del otro lado.
Él ya no está.
Él ya no está para despintarla, decolorearla.
Cuando piensa en él, ella escupe naranja y vomita naranja y las lágrimas son naranjas como los mocos que caen persitentemente sobre sus labios.
Lo que ella nunca supo es que el pasto de él también es naranja como sus dientes y su paladar. Lo que ella jamás sabrá es que él también escupe naranja y vomita naranja cuando piensa en ella.
Aghhhhh. Gritos policordes dípticos.
Quizás sea mejor que no se hayan enterado de su estado y en el rencor se vayan olvidando el uno del otro porque, según está probado por el Departamento Científico de Harvard, un ser naranja necesita un ser otro color para poder dejar de ser monocromático